Los marineros son parte fundamental de Hodarribia y Albizu los ha pintado con frecuencia. El pintor sale a la calle en busca de sus modelos. Acude al puerto a su arribada para verles llegar ataviados éstos con sus trajes de faena, siras, botas y sus aperos de trabajo, cestos, remos y cañas. Cuando entre ellos ve un rostro interesante que le transmite algo diferente, raza, mirada, lo “aborda” y le propone para que sea su modelo. No ha imaginado paradigmas sino hombres concretos. Rostros bien diferenciados, personales, con nombre y apellido y con los que nos podemos encontrar en cualquier calle de Hodarribia. El amarillo del impermeable no es un recurso fácil sino una materia trabajada, mimada, con sus matices rojos y verdes, con su rigidez de pliegues logrados con leves sombras. Las pescadoras con sus cestas al brazo o en la cabeza no son mujeres idealizadas sino mujeres del pueblo, mujeres que viven al lado del pescador, que contribuyen con su presencia y su apoyo material al entorno de la pesca.